El perdón
Resulta común que algunas de las personas que acuden a psicoterapia lo hagan en la búsqueda de alivio a un malestar emocional. Las razones que dan origen a ese malestar puede ser tan diverso como personas habemos en el mundo.
A veces este malestar con la vivencia de haber sido heridxs o de haber hecho daño sin quierer a otra persona. Hablamos entonces del perdón. ¿Cuándo y cómo perdonar? Y si perdono, ¿renuncio a la búsqueda de la justicia o de dejar de defender mis derechos?
¿Qué es el perdón?
El perdón consiste en un cambio de conductas destructivas voluntarias dirigidas contra el que ha hecho “el daño”, por otras constructivas. Hay otras maneras de referirnos al perdón como por ejemplo dejar de llevar un peso que surge por la necesidad de la búsqueda activa de la reparación de un daño vivido.
Así que hablamos de perdón cuando identificamos a un ofensor y a un agraviado.
Hay que considerar que perdonar no solamente incluye el cese de las conductas dirigidas contra el ofensor, sino que incluye la realización de conductas positivas . Es preciso dejar de pensar en las conductas destructivas; pero muchas veces cuando queremos dejar de pensar en algo, sucede que pensamos más en ello; el perdón abarca no solo aspectos de nuestro pensamiento si no que está vinculado con emociones importantes y no siempre sencillas de gestionar.
Es probable que para perdonar, sea preciso comprometerse, por el propio interés con pensamientos más positivos y con la voluntad de remitir la deuda, ofensa o falta del otro. Perdonar no implica la reducción o desaparición de los pensamientos o sentimientos “negativos”; no es un estado afectivo o una condición emocional ni una colección de pensamientos y sentimientos; perdonar es una conducta libremente elegida de compromiso y determinación que incrementará tu bienestar y el de los que te rodean.
Es decir, no hay que perdonar por una obligación, debemos querer hacerlo y comprometernos con ello.
Perdonar no ocurre en un momento dado, es un proceso continuo que se puede ir profundizando y completando a lo largo del tiempo, conlleva etapas en las que se avanza y a veces se retrocede. Dejar de buscar venganza e ir disminuyendo la cantidad de atención dirigida al agresor, forma parte de este proceso.
Qué no es el perdón
Debido a que perdón es una palabra muy cargada ideológicamente, proponer que se realice un proceso de perdón puede llevar a malos entendidos y por ello es necesario discutir qué es y qué no es el perdón que se propone.
Algunos de los puntos que puede ser necesario aclarar son los siguientes:
- El perdón no incluye obligatoriamente la reconciliación.
- El perdón no implica olvidar lo que ha pasado.
- El perdón del que se trata tampoco supone obligatoriamente levantar la pena al ofensor y que no sufra las consecuencias de sus actos.
- Perdonar no es síntoma de debilidad, porque no se trata de dar permiso al otro para que vuelva a hacer daño, sino que se puede perdonar cuidando de que no nos hagan daño de nuevo.
¿Cuándo perdonar?
No hay tiempos específicos, cada persona podrá valorar el daño que ha recibido, cuánto trasciende el hecho emocional de sentirse injustamente tratado y sí lo único que se va a conseguir del otro es una compensación emocional, el perdón está plenamente indicado.
También, cuando la búsqueda de la reparación se ha convertido en el centro de la vida del ofendido o interfiere con el seguimiento de otros valores, el perdón le permitirá poner distancia emocional para tener en cuenta todos los valores que está dejando de atender.
Hay que tener en cuenta que no se trata de ponerse en riesgo de que el daño se pueda volver a repetir.
- El proceso del perdón comienza en la fase de análisis de lo ocurrido, haciendo el reconocimiento del daño que se ha recibido, para ello hay que aceptar el dolor que conlleva el daño. A partir de aquí, la persona decide si quiere olvidar o no.
El problema está en que mientras nos mantengamos allí (en la opción de no perdonar), cargaremos con el peso adicional que conlleva la venganza. La persona que decide perdonar, toma una decisión basada en sus valores, no en dejar de sentir el malestar (inicialmente).
2. Perdonar no implica dejar de tener pensamientos o sentimientos que resulten molestos: perdonar requiere saber la diferencia entre poder tenerlos y por el otro lado, dejar de actuar basándome en estos sentimientos.
3. El perdón no requiere la aceptación incondicional del peligro de que ocurra de nuevo el ataque. En el análisis de lo ocurrido hay que incluir también la consideración de cómo los comportamientos de la víctima que han podido permitir o favorecer la ofensa (Case, 2005).
4. Finalmente, la expresión del perdón es un paso importante, aunque a veces se crea que no es importante o carece de sentido. Esta acción explícita no es el final del proceso de perdón, sino el inicio.